Hijo, fuma conmigo
De las muchas cosas malas que provoca el cigarro, una de las peores, es el daño que hacen a los demás.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata cada año a más de 8 millones de personas, de las cuales más de 7 millones son consumidores del producto y alrededor de 1.2 millones son fumadores pasivos, es decir aquellas personas que no fuman pero que están expuestas al humo de tabaco ajeno.
Cada año mueren 65 mil niños por enfermedades atribuibles al humo del tabaco. Éste, tiene más de 4,000 productos químicos, de los cuales se sabe al menos 250 son nocivos, y más de 50 causan cáncer. No hay un nivel seguro de exposición al humo del tabaco ajeno.
Todos conocemos a alguien que fuma, y cuando hacemos algún comentario acerca del daño que se hacen, las respuestas son siempre las mismas: “todos tenemos vicios”, “no fumo mucho”, “es mi vida”, “si quiero lo dejo”, “de algo me voy a morir”, etc. Sería muy raro encontrar a alguien que aceptara que el cigarro controla su vida. No quieren ver el mal que se están haciendo, hasta que ya es demasiado tarde.
Hasta aquí es cosa personal, pero ¿qué pasa con la gente a su alrededor? Todos hemos visto a personas fumando en el coche, mientras llevan a sus hijos; eso sí, con la ventana abajo “para que se salga el humo”. Hay muchos casos reales y conocidos de parejas donde uno de ellos, aunque no fuma, está enfermo o ve deteriorada su salud a causa del vicio del otro.
Las leyes vigentes ayudan mucho a quienes no fuman en lugares públicos, pero éstas deberían ser más severas para quienes causen daño a sus parejas o a sus hijos, que poco pueden hacer por evitarse un daño.
Es incomprensible que si dejas un perro encerrado en el coche mientras bajas al súper, te dan una multa, aunque sólo sea por unos minutos; mientras que hay adultos que fuman por horas con sus hijos dentro del coche, sin que nadie les diga nada.
¡Creemos consciencia y cuidemos más de nuestra salud y de la de nuestros seres queridos!
