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¿Fuerza de voluntad o motivación?

¿Por qué hay quienes logran lo que se proponen?

¿Cuál es el factor que hace que los sueños que se albergan en lo más profundo del corazón se hagan realidad, pero no a todos?

Entiendo y acepto que la fuerza de voluntad, unida al talento, puede lograr hasta lo que creemos imposible, pero no siempre. Conozco gente muy capaz, con muchas ganas de hacer algo que considera importante, pero no logra nada. Y conozco gente con menos habilidades y poco talento, que llega a lo que se propone.

¿Qué es más fuerte, la voluntad o tener una motivación? No es lo mismo. Hay quienes tienen mucha voluntad, pero no saben exactamente qué es lo que quieren.

¿Cuántas personas conoces que tienen mucha voluntad para bajar de peso, pero no logran llegar o mantenerse en su peso ideal? O quienes desean fervientemente terminar una carrera. Tienen toda la voluntad y, cuando terminan, se dan cuenta que no es lo que deseaban o simplemente no les motiva. La gran mayoría de personas que han comprado aparatos para realizar ejercicio porque siempre han tenido la voluntad de hacerlo, sin embargo, solamente los utilizan los primeros días y después los convierten en percheros muy caros para la ropa.

Pues quiero decirte que no es tanto la fuerza de voluntad lo que hace que logremos lo que deseamos, sino otros dos factores a los que muchas veces no les damos la importancia debida.

La respuesta a este importante cuestionamiento la encontré en el libro El Efecto Compuesto de Darren Hardy, quien en forma magistral me hizo ver la importancia de tener una motivación clara para el logro de objetivos.

El autor enfatiza en tener objetivos muy claros, pero que nos motiven, y fomentar hábitos que nos ayuden a lograr esos objetivos.

Con suficiente práctica y repetición cualquier comportamiento, bueno o malo, se convierte en automático después de un tiempo y por lo tanto nos lleva a cierto objetivo. Pero también es fundamental tener una motivación clara para que la voluntad siga presente.

El ejemplo que el autor comparte se me hizo sumamente interesante: Si pusiera un tablón de 25 centímetros de ancho y nueve metros de largo y te dijera: “Si caminas por el tablón de un extremo a otro te doy 20 dólares” ¿Lo harías? Por supuesto que sí, ya que es una forma muy sencilla de ganar dinero. Pero si utilizara ese mismo tablón para crear un puente entre dos edificios de 100 pisos ¿aceptarías hacerlo por los mismos veinte dólares? Tendrías que estar muy necesitado para aceptar esa cantidad por tan grande riesgo; la motivación no es suficiente.

Pero si tu hijo se encontrara en el edificio de enfrente y ese edificio estuviera en llamas, te aseguro que caminarías hasta el otro extremo del tablón sin pensarlo dos veces y te olvidarías de los veinte dólares. Éste es el claro ejemplo de cómo una motivación puede llevarnos a la acción y lograr lo que deseamos.

De qué sirve decirte que comer pasteles engorda, porque el beneficio inmediato de comerlo es más fuerte que lo que logra la abstinencia de comer alimentos poco saludables. Como el beneficio no se ve en forma inmediata y la satisfacción de comer algo rico en ese momento sí, sucumbimos ante la tentación que provoca lo rápido y sabroso.

Por lo anterior, es fundamental tener una motivación a mediano o corto plazo, pero estar comprometido con eso, y entonces sí, la fuerza de voluntad se hará presente.

Esta misma motivación puede ser algo que no deseas o aborreces, por no decir que odias. Odiaría tener que depender de alguien o algo para todo. Te aseguro que eso que no deseas te puede motivar fuertemente a lograr lo que te propones.

Si fumas, imagínate depender en tu tercera edad de un aparato de oxígeno para poder respirar y tener que cargar con el tanque para cualquier lado que vayas. ¿Te motiva eso a dejar tan lamentable vicio?

Las motivaciones que tenemos en lo más profundo de nuestro corazón son lo que mueve la voluntad y si a todo esto le agregamos hábitos constantes saludables, nuestra vida cambiará radicalmente.

Te recuerdo que los estudios psicológicos más recientes revelan que el 95% de lo que sentimos, pensamos, hacemos y logramos es el resultado de un hábito aprendido, y esas pequeñas acciones que se van acumulando, al paso del tiempo, pueden lograr grandes milagros.

¡Ánimo1 Hasta la próxima

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