El poder de la gratitud
- Eduardo Alvarado
- 15 nov 2018
- 3 Min. de lectura
¿Te ha ocurrido algo tan hiriente o tan doloroso que sientes que te está reprimiendo? ¿Algo que te hace sentirte atrapado en la vida a pesar de que sucedió hace mucho tiempo? He conocido a demasiadas personas que han retenido experiencias traumáticas durante cinco, diez, incluso más de veinte años. El hombre que no sale después de obscurecer porque lo asaltaron a punta de pistola hace 12 años. La esposa que está amargada por un amorío que ocurrió en el 2000, pero elige estar con su marido. La mujer que se enoja al pensar en su padre a pesar de que está seis pies bajo tierra y no le puede hacer más daño.
Nunca voy a menoscabar el dolor que siente alguien. Sé que es real. Este dolor se ha convertido en quien eres. Se ha convertido en tu “historia”. Además, puede ser muy difícil dejar de lado el replanteamiento y el relato de tu historia, especialmente cuando encuentras gente nueva y te conectas con ellos. Sin embargo, al recordar y volver a contar tu historia de dolor, permites volver a sentir ese dolor. Es con cada vez que vuelves a experimentar el dolor, que incorporas el trauma en tu psique hasta que te conviertes en un esclavo emocional del dolor. Entonces realmente es imposible que pienses en lo que pasó sin llorar o enojarte o aterrarte a pesar de que el evento sucedió hace tantos años.
Cuando una persona pasa por una experiencia traumática, la reacción humana automática es centrarse en lo negativo, que son todas las cosas horribles que sucedieron y todas las cosas terribles que podrían haber pasado. Por ejemplo, no puedes dejar de pensar en por qué esa persona te haría daño de esa manera o cómo podrías haber muerto ese día. No importa cuán duro lo intentes, tu mente se obsesiona con el dolor o el miedo en lugar de tratar de encontrar una manera de eliminarlo y comenzar a vivir de nuevo.

Entonces, ¿qué puedes hacer para cambiar tu enfoque lejos del dolor y empezar a mover tus pensamientos en una dirección más positiva? Comienza tomándote el tiempo para sentirte agradecido por las cosas buenas que si tienes. No sentirnos agradecidos por las cosas buenas que tenemos en nuestras vidas a pesar de nuestras experiencias negativas, es la razón número uno por la que permanecemos atrapados en nuestro dolor. Sentirse desgraciado es la razón principal por la que sentimos lástima por nosotros mismos. Sentirnos malagradecidos es la razón por la que nos sentimos deprimidos, ansiosos y preocupados durante todo el día. Porque cuando somos ingratos, nos centramos en lo que no tenemos. Cuando el enfoque está en nuestras carencias, nos bloqueamos a nosotros mismos para ver la belleza de la vida que naturalmente nos rodea. Ser agradecido es lo que despeja la mente y nos mueve hacia adelante. Concentrarnos en nuestros miedos es lo que nos detiene.
La vida me hizo fuerte cuando me llevó a darme cuenta de que soy responsable de mi propia felicidad. La vida también me ayudó a aprender que el camino hacia la felicidad es estar agradecido por las pequeñas cosas. Un atardecer deslumbrante. Una llamada telefónica afectuosa de un amigo. ¡Esa lavadora y secadora que de alguna manera todavía funcionan! ¡Todo lo bueno cuenta! No cometas el error de darte cuenta de esta verdad después de lo que das por sentado se vaya. Porque las cosas siempre podrían estar peor. No más deslumbrantes puestas de sol porque estás perdiendo la vista. No llamadas o mensajes de texto porque rompiste tu teléfono. Viajes a la lavandería porque la secadora se descompuso. ¿Mi pensamiento? ¡Gracias, Señor, por las lavanderías! ¡¡¡Ja, ja, ja!!!
No me malinterpretes. ¡También tengo mis problemas! Todo forma parte del proceso de aprendizaje ya que todos maniobramos a través de las minas terrestres de la vida. Independientemente, deberíamos estar tratando de resolver nuestros problemas y no racionalizarlos, o peor aún, decirnos que no importan. Nuestras lecciones de vida están destinadas a ayudarnos a ser fuertes, sabios, amables y amorosos. Porque a medida que aprendemos de nuestros errores y somos amables con nosotros mismos en el proceso, aprendemos a tener compasión por los demás en sus errores y nos volvemos lentos para juzgar.
Estoy agradecida por todos los miedos que he conquistado. Estoy agradecida por las lecciones que me ha dado mi sabiduría duramente ganada. Y, estoy agradecido por el poder de gratitud que me llena de alegría por las pequeñas cosas maravillosas en la vida. Madre Búho.