Se trata de tu perspectiva
El cuento, “El Árbol Generoso”, comienza con “Había una vez un árbol ... que amaba a un pequeño niño”. En este cuento escrito por el autor infantil, Shel Silverstein, un niño visitaba un manzano todos los días. Jugaba con él, subía a su tronco, se mecía en sus ramas y comía sus manzanas. El niño recogía las hojas del árbol y hacía coronas mientras pretendía que era rey. Cuando se cansaba, se dormía bajo su sombra. “Y el niño amaba al árbol… muchísimo. Y el árbol era feliz”. A medida que el niño crecía, pasaba menos tiempo con el árbol. “Y el árbol se quedaba a menudo solo”.
Un día el niño vino de visita. El árbol lo invitó a treparse y mecerse en sus ramas y a ser feliz. El chico le dijo que era demasiado grande para eso y que quería dinero. El árbol se sintió mal porque no tenía dinero, pero le ofreció sus manzanas para que las vendiera y fuera feliz. El árbol se sintió feliz cuando el niño se subió y recogió sus manzanas para venderlas.
Paso mucho tiempo antes de que el niño regresara. Esto puso triste al árbol. Cuando el niño vino a verlo, ¡tembló de alegría! Ahora era un hombre, pero el árbol lo invitó a quedarse y jugar con él para que fuera feliz. El hombre le dijo que estaba demasiado ocupado para trepar a los árboles y le pidió una casa para una esposa y una familia. El árbol le dijo que no tenía casa, pero que podía cortar sus ramas y construir una. “Entonces serás feliz”, le dijo. El hombre cortó las ramas del árbol y se las llevó para su nueva casa, lo cual hizo feliz al árbol.
Pasaron muchos más años y cuando el hombre regresó, ¡el árbol apenas podía hablar porque estaba tan feliz! Una vez más lo invitó a jugar; el hombre le dijo que estaba “muy viejo y triste para jugar”, y le preguntó al árbol si podía darle un bote para que pudiera irse lejos. El árbol le ofreció su tronco para que el hombre pudiera “navegar lejos ... y ser feliz”. Él cortó su tronco, hizo un bote y navegó lejos. Ésta vez el árbol no era realmente feliz.
Cuando regresó, era un hombre viejo. El árbol le dijo que lo sentía porque era sólo un viejo tocón y no le queda nada para darle. El viejo le dijo que sólo quería un lugar tranquilo para descansar. El árbol fue feliz cuando el anciano se sentó y descansó sobre su tocón. Fin.
Algunas personas ven “El Árbol Generoso” como un bello retrato del amor incondicional de una madre. Otros ven a un niño egoísta y narcisista que constantemente toma y nunca es feliz. Algunos creen que es una historia sobre la Madre Naturaleza y los actos de la humanidad en su contra. En 1988, “El Árbol Generoso” fue prohibido en una biblioteca pública de Colorado por parecer sexista contra las mujeres.
Irónicamente, el cuento no alaba ni condena el comportamiento del árbol o el del niño en modo alguno. Ni el árbol ni el niño critican o juzgan las acciones o situaciones personales del otro. El narrador ni siquiera ofrece una opinión, buena o mala, sobre el árbol o el niño. “El Árbol Generoso” es simplemente una historia sobre una relación entre un niño y un árbol y las peticiones que se hacen entre sí en su búsqueda de la felicidad.
Piensa en cómo percibiste al árbol y al niño en este cuento. ¿Viste a una madre feliz que haría cualquier cosa para hacer feliz a su hijo, aunque eso significa sacrificarse? ¿Viste a un hijo egoísta que sólo visita a su madre cuando quiere algo? ¿O a una hija despreocupada que sabe que puede contar con su madre, incluso cuando su madre no tiene suficiente para sí misma? Tal vez viste a Dios o a la Madre Naturaleza en el árbol y simpatizaste con su generosidad no apreciada. Sea cual sea la opinión que te hayas formado, debes saber que el cuento no influyó en absoluto. Todo vino de ti y de tu perspectiva.
Te reto a que regreses y leas mi sinopsis del cuento o, mejor aún, a que leas la versión original. Mientras lo lees, encuentra dónde el árbol o el niño expresan críticas o culpan a la relación. ¿En qué parte del cuento el árbol o el niño se elogian a sí mismos o al otro por sus acciones? ¿Dónde están las palabras solitario, amor de madre, sacrificio o codependencia en el cuento? Sin embargo, tú interpretaste el cuento, una vez más entérate que todo vino desde tu perspectiva. Y, recuerda, cómo percibes a los demás es un reflejo directo de cómo te percibes a ti mismo.
Así que lee la historia otra vez. Con este ejercicio, aprende cómo la vida está hecha a medida para brindarte experiencias que reflejen tu perspectiva de lo que sientes, lo que eres y lo que crees que es verdad. En este ejemplo, la forma en que percibes al árbol y al niño y su relación entre ellos es un reflejo directo o un “espejo” de cómo te percibes a ti mismo y a tu mundo en una situación similar. La Ley de la Reflexión, también conocida como Karma, tiene que ver con tu perspectiva.
Madre Búho