El gran reto de tener hijos responsables
“¡Por favor recoge tu cuarto!” –“Ya voy…”
“¡Que vengas a desayunar!” –“Ya voy…” y ese ya voy, nunca llega.
“Primero haz tu tarea y luego ves televisión”. –“¡No por favor! Es que el programa ya va a empezar y luego no lo puedo ver. Te prometo que la hago terminando el programa”. Y no la hace
“¿Por qué hiciste esto…?” –“¡Yo no lo hice!” –“¿Entonces quién fue?” –“No sé…”
Reconozco que para hacer este artículo he tenido que analizar muchas de mis actitudes como padre y sobretodo aceptar que el exceso de amor muchas veces vence a la necesidad de enmendar con más fuerza a nuestros hijos.
Somos padres que queremos dar amor a nuestros hijos, pero también somos guías y como tales debemos de actuar. Hoy quiero compartir contigo algunas recomendaciones que estoy seguro puedes aplicar desde ya, para fomentar el hábito de la responsabilidad en tus hijos y te aseguro que, al paso del tiempo, sabrán agradecértelo siendo hombres o mujeres de bien, que es en el fondo lo que todos deseamos.
1. Fomenta hábitos obligatorios. Hora establecida para dormir y levantarse; el hábito de comer en familia. Tengas o no quien ayude en casa, pide que cooperen con las labores, como depositar su plato y su vaso en el lugar que indiques. Tener una hora específica para realizar las tareas. El hábito de decir “gracias” y pedir las cosas siempre “por favor”. El hábito de fomentar una espiritualidad que, te aseguro, será uno de los tesoros más grandes que podrán aquilatar.
2. Promueve la cultura del esfuerzo. Recuerdo una frase que escuché de un profesor, que era sumamente estricto, al grado de limitar los beneficios de otorgar una buena calificación: “Las cosas se ganan”. Y ahora que soy padre, reconozco que batallo para poner en práctica este importante consejo. Mi padre tenía la costumbre de decirnos, cuando le pedíamos algo que no estaba programado o que probablemente no podía darnos por falta de dinero: “En diciembre, si eres buen hijo y sacas buenas calificaciones, te lo obsequio”. En ese momento me molestaba mucho y le decía un sin fin de razones por las cuales ya me merecía esa bicicleta o ese juego en cuestión. Pero él se mantenía en su postura. Yo esperaba con ansias ese día y por supuesto que procuraba que no existieran motivos para evitar tenerlo. Ahora, los padres somos muy eficientes para dar lo que nuestros hijos piden o “exigen” y cuando no se los damos, nos catalogan de malos padres y poco comprensivos. Si lo que verdaderamente queremos es fomentar costumbres que los hagan más responsables, tendremos que aprovecharnos de algunos de los beneficios que pueden tener para que lo sean ¿no? Las cosas se ganan, y ojalá lo tengamos todos en mente.
3. Cumple promesas. Cumplir lo que prometemos habla de congruencia. Si prometemos algo, ellos buscarán a toda costa imitar ese maravilloso hábito. Pero esto incluye también los castigos. Aunque te duela, cúmplelos, pero obviamente analiza qué tan severo es el castigo que vas a dar antes de decirlo, ya que muchas veces ni a nosotros los padres nos conviene. Cuando eres muy permisivo y acostumbras a gritar por todo y amenazas una y otra vez con determinado castigo, el cual generalmente no cumples, los hijos te toman la medida y se acostumbran. Entran a lo que le llamo el síndrome de los oídos sordos. La primera vez que les gritas y los amenazas, se la creen y se asustan. Después gritas, amenazas y no lo cumples y ellos se asustan pero en menor intensidad. Luego ya se acostumbran y se adaptan a tu histeria. Evita entrar a un ciclo de enojo y odio en el que todos pierden.
4. Recuérdales periódicamente cuáles son sus responsabilidades.
Lo mínimo que espero de ti es…
Lo más importante que espero en ti es….
Lo que jamás permitiría en ti es…
Muchos padres dan por hecho que los hijos saben lo que tienen que hacer y lo que no, y jamás han tenido un diálogo directo y claro donde se especifiquen las reglas del juego.
5. Límites con amor. La mejor recomendación que me dieron el día que me convertí en padre: “Ámalos mucho, dales todo lo que necesitan para su desarrollo, pero que nunca olvides que hay límites”. Duele ver cuando un hijo le falta al respeto a su madre o a su padre. Duele ver la poca sensibilidad y poco arrepentimiento que muchos de ellos tienen después de haberles dado un gran disgusto, pero desafortunadamente mucha culpa tienen los mismos padres por haber sido tan permisivos.
Para finalizar te comparto una breve historia de un padre que vivía con su esposa y su hijo de 18 años en una granja. En una ocasión tenía que ir al pueblo a hacer unas compras y arreglar un pequeño desperfecto de su camioneta. Le pidió a su hijo que lo acompañara. “Mientras yo hago las compras, tú lleva al mecánico la camioneta y vienes por mí a las 5 de la tarde”. Al hijo se le hizo fácil entrar primero al cine y disfrutar de una película. Al salir se dio cuenta que ya eran las 6 de la tarde y presuroso fue a recoger a su padre. “¿Fuiste al mecánico?” –“Sí papá, pero no estaba”. El padre al ver que no llegaba a recogerlo, había llamado previamente al mecánico, el cual le dijo que su hijo no había ido en todo el día. Entonces, sumamente triste, le pide que detenga el vehículo y se baja. “Me voy a ir caminando los 30 kilómetros hasta la granja para pensar y meditar en qué fallé para tener un hijo que me mienta”. -El hijo sumamente acongojado y triste, va en la camioneta detrás de él, siendo testigo con sumo arrepentimiento de sus actos.
Que nunca tengamos que agachar la cabeza de vergüenza por tener hijos irresponsables y carentes de principios y valores. Nunca es tarde para cambiar y poner en práctica las recomendaciones anteriores e implementar nuevas reglas y hábitos en tus hijos que les ayuden a fomentar el sentido de la responsabilidad.
¡Ánimo! Hasta la próxima