Creer o no creer
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Existe una discusión continua entre las personas que creen en Dios y las que no creen.
Los no creyentes siempre dirán que la religión sólo manipula para sacar dinero; mientras que los creyentes dirán que los no creyentes viven una vida vacía y sin esperanza.
En el fondo todo es una cuestión personal muy influenciada por la familia. Por otra parte está la inteligencia humana que nos lleva siempre a cuestionarnos cosas para las cuales lo único que nos queda es tener fe. Además de que negar la existencia de Dios no elimina el misterio de la vida.
Por definición, “La Fe es la creencia o confianza que se tiene en una persona, religión o institución, sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia”.
Los no creyentes insisten en que no hay pruebas tangibles de la existencia de un ser supremo, ni de una vida después de la muerte.
En el caso de la creación del universo de manera espontánea después del Big Bang, que dan los científicos, jamás podrá llegar unos segundos más atrás… ¿qué había antes del B.B.?
Por otra parte, está comprobado que todo ser vivo procede de otro ser vivo, y es física y estadísticamente imposible que la vida se haya generado de manera espontánea.
Por años se nos ha dicho que evolucionamos del mono, pero aunque existen pruebas fósiles de miles de seres, incluyendo dinosaurios que vivieron millones de años antes que los seres humanos, jamás se ha encontrado (ni se encontrará), al famoso “eslabón perdido” que nos une a ellos.
Todos somos libres de creer o no creer, lo triste son las razones para alejarse de la fe: una mala experiencia, dejarse llevar por influencias equivocadas o, lo que es peor, simplemente por desidia o flojera.
El 85% de la población del mundo cree en algún Dios —llámese como se llame— y esto no es cuestión de “mal de muchos, consuelo de tontos”, es simplemente una necesidad natural y quienes creen en Dios nunca están solos.
¡Ten fe, recuerda que si tú no te olvidas de Dios, él no se olvidará de ti!