Vive según tu ley, muere según tu ley
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Cristo dijo: "Por eso os digo que, a menos que vuestra justicia exceda a la justicia de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 5:20).
Durante el tiempo de Cristo, hubo varias religiones diferentes compitiendo entre sí en su justicia. Un grupo de líderes religiosos, los fariseos, vivieron intencionalmente en comunidades separadas lejos de los pecadores para mantener su rectitud. Ellos creían que la ley que Dios le dio a Moisés, la Torá, constaba de dos partes: La Ley Escrita, también conocida como los primeros cinco libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio); y la Ley Oral o la interpretación de los fariseos de la Ley Escrita. Ellos ponían énfasis en la Ley Oral porque creían que el pueblo judío necesitaba estas nuevas leyes para ayudarles a guardar los mandamientos de Dios y, por lo tanto, ser justos.
Por ejemplo, la Ley Escrita requiere que no se realice ningún trabajo en Sabbat (día de reposo). Con su reclamo de que la Ley Oral también provino de Moisés, los fariseos convirtieron en ley religiosa 39 categorías diferentes de acciones prohibidas para evitar que un creyente profanara el Sabbat (sábado). No 39 acciones. Treinta y nueve categorías de acciones con una lista de acciones prohibidas bajo cada una.
Los saduceos eran otro grupo de líderes religiosos que literalmente se autodenominaban “los justos” cuando adoptaron la palabra hebrea Ṣ'daqah que significa “justo”. Ellos sólo predicaban de la Ley Escrita de Moisés. Si un principio o enseñanza no estaba escrito en la Torá, entonces no era de Dios. Por ejemplo, a diferencia de los fariseos, ellos no creían en la inmortalidad del alma, la resurrección corporal o la vida después de la muerte, o la existencia de espíritus angelicales.
Aunque los fariseos, saduceos y otros líderes de la sinagoga peleaban entre sí por quién era el más justo, tenían una cosa en común: todos querían a Jesús muerto.
“Otro sábado, [Jesús] entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía atrofiada su mano derecha. Los fariseos y los maestros de la ley lo acechaban para ver si lo sanaba en sábado y tener así un motivo para acusarlo. Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre de la mano atrofiada: ‘Levántate y ponte ahí en medio’. El hombre se puso de pie. Entonces Jesús les dijo: ‘Les voy hacer una pregunta, ¿qué está permitido en sábado; ¿hacer el bien o el mal? ¿salvar una vida o destruirla?’ Y mirándolos a todos, dijo al hombre: ‘Extiende tu mano’. Él lo hizo, y su mano quedo restablecida. Pero ellos, llenos de rabia, discutían qué podrían hacer contra Jesús”. (Lucas 6: 6-11).
Ninguno de estos líderes religiosos necesitaba consultar la Ley Escrita o la Ley Oral para saber que estaban justificados en su enojo contra Cristo. Era simple. Jesús trabajó en sábado. Por lo tanto, Jesús violó la ley. Por lo tanto, Jesús debería morir.
Líderes de iglesias de todo el mundo se ponen de pie frente a sus fieles congregaciones advirtiéndoles que se arrepientan de sus pecados y se preparen para la Segunda Venida de Cristo. Ellos inventan "leyes" sobre lo que las personas deben hacer y lo que no deben hacer y quiénes deben o no deben ir a la Iglesia. Todo para ayudar a sus miembros a ser más justos, no más amorosos. Sé de un pastor que no permitirá que un miembro regrese a su iglesia porque se divorció recientemente por tercera vez. Sin embargo, este mismo pastor no sabe que otro miembro de su iglesia sale de su automóvil con una cerveza en la mano, bebiendo lo último antes de tirarla a la basura justo afuera de la entrada principal de la iglesia.
Declarar justicia siguiendo leyes rígidas es hipocresía porque “quien observa toda la ley, pero quebranta un solo precepto, se hace reo de todos". (Santiago 2:10). Cristo sabía que nadie puede cumplir la ley porque si rompiste una pequeña parte de la ley, rompiste TODA la ley. Al igual que con las leyes de nuestros tribunales y el sistema de justicia de hoy. Pablo dijo: “No desecho la gracia de Dios, pero si somos salvados por la ley, entonces Cristo habría muerto en vano”. (Gálatas 2:21). En otras palabras, si pudiéramos ser justos o santos siguiendo estrictamente todas las leyes religiosas, el sacrificio y la muerte de Cristo nunca habrían sido necesarios. Todos cometemos errores. ¡Eso es simplemente una parte de la vida! Necesitamos más amor y compasión con la verdad. ¡No más leyes religiosas!
“No juzguen, para que Dios no los juzgue; porque Dios los juzgará del mismo modo que ustedes hayan juzgado y los medirá con la medida que hayan medido a los demás”. (Mateo 7: 1-2). Interpretación moderna: “Con la vara que midas, serás medido. Vive según el tecnicismo de la ley criticando y lastimando duramente a las personas que llamas familia y amigos; y, tú también, morirás según tu misma ley técnica”.
Madre Búho