Resistencia al cambio: autodestrucción voluntaria
En la antigua Grecia, había un esclavo llamado Esopo que se ganó la libertad contando historias de animales y la naturaleza como una forma oculta de enseñar a los humanos la locura de sus formas de pensar. En su fábula “La hormiga y el Saltamontes”, enseñó la importancia de pensar en el futuro. Con la historia “El León y el Ratón”, enseñó que incluso los más fuertes pueden necesitar ayuda. En la siguiente fábula, “El Roble y el Junco”, aprendemos sobre las consecuencias de la resistencia al cambio.
Un roble gigante estaba parado cerca de un arroyo donde crecían algunos juncos delgados. Cuando soplaba el viento, el gran roble se paraba erguido orgullosamente con sus cien brazos levantados hacia el cielo. Pero los juncos se inclinaban levemente con el viento cantando una canción triste y sombría.
“Ustedes tienen motivos para quejarse”, dijo el roble. “La brisa más leve que agita la superficie del agua hace que inclinen sus cabezas, mientras yo, el poderoso roble, estoy de pie erguido y firme ante la tempestad absoluta”.
“No te preocupes por nosotros”, respondieron los juncos. “Los vientos no nos hacen daño. Nos inclinamos ante ellos y así no nos rompemos. Tú, con todo tu orgullo y fortaleza, hasta ahora has resistido sus golpes. Pero el final se acerca”.
Mientras los juncos hablaban, un gran huracán salió volando del norte. El roble se plantó orgullosamente y luchó contra la tormenta, mientras que los juncos se inclinaba levemente. El viento redobló su furia, y, de repente, el gran árbol cayó, arrancado por las raíces, yaciendo entre los juncos compasivos.
¿La lección o moraleja del relato? Es mejor ceder cuando es insensato resistir, que resistir obstinadamente y ser destruido.
En su mente ególatra de prepotencia, el roble gigante optó por menospreciar la sabiduría de los juncos. En su elección de ignorar los peligros de un huracán, fue demasiado terco y orgulloso para doblegarse ante fuerzas más poderosas que él. En su desconocimiento voluntario, fue arrancado de sus raíces y destruido por los vientos del huracán simplemente porque optó por resistir el cambio.
La resistencia al cambio es lo que nos mantiene atrapados en el desconocimiento y, finalmente, nos destruye. La falta de conciencia se puede describir como una falta de comprensión o conocimiento de la verdadera naturaleza de una situación o problema. La falta de conocimiento, ya sea voluntaria o involuntaria, crea malentendidos, confusión y una toma de decisiones mala. La falta de conciencia es la culpable de todos nuestros problemas, incluidos, entre otros, el dolor emocional y mental, los temores, los conflictos y hasta la enfermedad.
![](https://static.wixstatic.com/media/7f8874_52950eb200c5405ea078829b8907c069~mv2.jpg/v1/fill/w_750,h_494,al_c,q_85,enc_auto/7f8874_52950eb200c5405ea078829b8907c069~mv2.jpg)
Al igual que con el roble gigante, es un gran golpe para la mente ególatra y para el cuerpo cuando se nos presenta información que contradice lo que siempre hemos creído que era verdad. Simplemente anticipándote a hablar con alguien que no está de acuerdo con tu punto de vista puede crear resistencia en el cuerpo que conduce al estrés emocional y físico. La resistencia a la posibilidad de cambio es muy parecida a la sensación de temor sabiendo que tienes que hacer algo que simplemente no quieres hacer, como hablar frente a una multitud rebelde. Cuando comienzas a imaginar esta posibilidad, empiezas a decirte a ti mismo: “No quiero hacer esto. No quiero hacer esto” y el cuerpo responde físicamente. La presión arterial aumenta, el corazón comienza a acelerarse y el cuerpo se pone tenso. Este estrés autoimpuesto te hace sentir incómodo, ansioso e incluso temeroso. A medida que la resistencia mental y emocional continúa, el cuerpo puede comenzar a agitarse y temblar. A medida que las emociones negativas continúan acumulándose, el cuerpo busca una liberación física. Llorar, discutir y evitar en lugar de hablar las cosas con compasión y comprensión son formas en que los humanos manejamos la información conflictiva.
Por ejemplo, muchos líderes de la iglesia predican con confianza que el amor de Dios es incondicional. También enseñan que, debido a que Dios no comete errores, cada niño nace tal como es por una razón. Ambas declaraciones son verdaderas. Dios ama y acepta todas sus creaciones, incluyendo a TODOS sus hijos ... heterosexuales, homosexuales, transgénero, etc.
Si sientes incomodidad al leer esta información, estás sintiendo resistencia.
Aunque muchos humanos dicen que Dios es un Dios de amor y que no comete errores, muchos se niegan a creer que estamos aquí en esta tierra para aprender a amar como Dios. Entonces, en lugar de aprender a aceptarnos y amarnos a nosotros mismos y a los demás con nuestras diferencias, creamos conflictos emocionales y físicos con aquellos que son diferentes a nosotros. Dios, como cualquier padre amoroso, te ama por lo que eres y sólo quiere que estés sano, feliz y completo. Así como Dios instruyó al profeta Samuel: “No te fijes en su aspecto ni en su gran estatura, porque yo lo he descartado. La mirada de Dios no es como la del hombre: el hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón” (1 Samuel 16: 7).
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?” “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primer mandamiento y el más importante. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:36-39).
Todos los mandamientos de Dios se basan en el amor. Primero el amor a uno mismo y luego el amor a los demás. En su resistencia, los humanos han usado la ley para juzgar y han olvidado cómo amar. Aprende del roble gigante: La resistencia al cambio es la autodestrucción voluntaria. Madre Búho.