Kevin y Jimena, ejemplos de la escuela de preparación para la universidad
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Cristo Rey de Kansas City es una escuela preparatoria católica que hace más que romper el ciclo de la pobreza mediante la educación de jóvenes desfavorecidos para quienes una educación secundaria de primer nivel estaría fuera de su alcance.
“En Cristo Rey, los estudiantes ven posibilidades de carrera que nunca supieron que existían”, dice Ted Koppen, quien dirige el exclusivo programa de estudio y trabajo corporativo de Cristo Rey. “Eso amplía sus horizontes y les ayuda a construir un mejor sueño para lo que pueden llegar a ser”.
Cada estudiante trabaja cinco días al mes en un puesto remunerado en uno de los negocios o instituciones de “cuello blanco” asociados con la escuela. Los ingresos de los estudiantes se aplican a su colegiatura.
“El estudio y trabajo genera aproximadamente la mitad del costo de su educación y les pedimos a los padres que paguen algo”, informa Koppen.
El programa expone a los alumnos al mundo laboral donde aprenden cómo comunicarse con adultos profesionales, adquieren y perfeccionan habilidades importantes y desarrollan la confianza en sí mismos. Y navegar en un entorno empresarial valida en términos muy prácticos y humanos la relación entre una educación universitaria y mejores opciones para la vida y la carrera.
Los alumnos de onceavo grado de Cristo Rey, Kevin González y Jimena López están aprovechando al máximo la experiencia. “Son jóvenes destacados y trabajadores sobresalientes”, indica Koppen.
González está en su tercer año en el hospital Children’s Mercy. Es una buena combinación. El joven de 16 años aspira a ser un pediatra.
“Trabajar en Children's Mercy me abrió para una carrera futura”, dice.
Los estudiantes no escogen sus situaciones de trabajo, pero le indican a Cristo Rey cuáles son sus intereses.
“Kevin es bilingüe y tiene cierto nivel de madurez y habilidades sociales”, señala Koppen.
Entre las responsabilidades del hospital de González está traducir y ayudar al personal de las oficinas de voluntariado, filantropía y servicios para huéspedes.
González, cuyos padres, Elizabeth y Rentería vinieron de Camargo, Chihuahua, México, es fluidamente bilingüe. Su capacidad para proporcionar traducción simultánea ha sido un recurso valioso. Asistir a los pacientes hispanoparlantes y sus familias es una parte muy gratificante de su trabajo.
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“Siempre se sienten aliviados de que alguien los entienda”, refiere.
El mediano de tres hijos será el primer miembro de su familia inmediata en asistir a la universidad. Fuera del horario escolar, él cuida niños, disfruta de sus perros y ocasionalmente toca el piano. Él aprecia la música clásica.
“He aprendido muchas habilidades diferentes en Cristo Rey. Mi experiencia laboral me ayuda a desarrollar esas habilidades y hacer un buen uso de ellas”.
Fue el programa de estudio—trabajo lo que atrajo a López a Cristo Rey.
“La idea de poder trabajar en la preparatoria en un entorno profesional me intrigó”, dice.
Tres ubicaciones diferentes le han brindado una experiencia interna diversa. La joven de 16 años nacida en Wisconsin supervisó a infantes en la Academia para Niños de El Centro, realizó diversas tareas en el Hospital Saint Luke’s. Este año, ella está con la firma de personal de IT, TriCom Technical Services.
“Disfruto del trabajo y la gente. Ellos son realmente generosos. Si no entiendo algo, me ayudan a superarlo. Realmente aprecio eso”.
La menor de las dos hijas de Consuelo y Guillermo está viendo universidades pero no ha elegido una especialización.
“Quiero estudiar diseño de interiores, pero también quiero ver otras carreras porque muchos estudiantes cambian sus carreras durante la universidad”, comenta.
Entre sus estudios académicos y ayudar a sus padres en el hogar y en su pequeño negocio y cuidar a cinco mascotas, tiene poco tiempo libre, pero lo usa de forma creativa. Ella diseña y hace decoraciones y regalos para el hogar de objetos domésticos que no se usan en el hogar.
Sus padres emigraron a Estados Unidos de Jesús María, Jalisco, México, para “darles una buena vida a sus hijos”. Ella está agradecida.
“Me alegra ir a Cristo Rey. He aprendido mucho, y gracias a Cristo Rey y al programa de estudio—trabajo, he crecido como persona”.