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La naturaleza del Karma







Una tarde, una amiga me llamó para decirme cómo una clienta suya se negó a pagar $200 por los servicios que le había proporcionado. Después de un intercambio de una serie de textos y la amenaza de llamar a la policía si continuaba “acosándome por dinero que no te debo”, porque “nunca firmamos un contrato”, mi amiga me dijo que lo anotaría como “lección de negocios aprendida” y lo dejaría ir. A la mañana siguiente, mi amiga me llamó de nuevo para decirme que esta misma clienta había publicado en su página de Facebook, “¿¡¿Wtf?!? ¡Mi coche acaba de ser remolcado!” El Karma fue un verdadero fastidio para esta vieja.





Una de las leyes más importantes que rige nuestras relaciones es la Ley de Causa y Efecto, también conocida como Karma. En la Biblia, se le conoce como la Ley de la Cosecha cuando dice: “Lo que cada uno siembra, eso cosechará” (Gálatas 6:7). En otras palabras, si plantas una semilla de manzana roja, cosechará muchas manzanas rojas. Si plantas una semilla de manzana verde, cosechará muchas manzanas verdes. Roba $200 a una persona y pagarás $200 y más en inconvenientes, molestias y problemas. Porque todo aquello que se da, más tarde se recibe.


¿Pero, por qué?


El karma no es un castigo, un pago por el pecado, la venganza de Dios o un destino inquebrantable. El Karma es la forma natural del Universo de enseñarnos que nuestras acciones del pasado afectan nuestro presente que luego afecta nuestro futuro. Si no puedes entender cómo tus decisiones pasadas han afectado tu situación actual, ¿cómo sabrás qué partes de tu pasado debes dejar atrás para tomar decisiones más sabias para un futuro mejor?


Equilibrar los efectos de tus acciones, o tu karma, tampoco es acerca de sufrir o aguantar. Ten esta mentalidad y desarrollarás la experiencia kármica ya sea como víctima o mártir y tu sufrimiento nunca parecerá terminar. Equilibrar los efectos de tus acciones es acerca de tu aprendizaje y crecimiento personal. Porque, en última instancia, estas experiencias kármicas están destinadas para ayudar a guiarte en la dirección correcta para que no te desvíes del camino de tu mayor potencial y felicidad.


Aquí está otra probadita interesante sobre Karma. Si bien tu Karma, positivo o negativo, se te puede devolver casi de inmediato, muchas veces no se intercambia directamente con la persona que debes equilibrar tu karma. Creo que esto se debe a varias razones. Una de ellas es que la mayoría de la gente evita asumir la responsabilidad personal, con humildad, dando las disculpas adecuadas junto con la restitución apropiada para compensar a la persona que ha herido. Esto da lugar a que el Universo tenga que tomar cartas en el asunto.



La segunda razón por la que el karma no siempre es un intercambio directo entre dos individuos es para proteger a la persona a la que se le debe el karma positivo. Por ejemplo, si la Sra. Rata Ladrona creyó que su coche fue remolcado porque le estafó $200 a su proveedora, la Sra. Rata Ladrona, en su enojo, podría hacer algo y faltarle nuevamente a la proveedora. ¡Que tenga misericordia el Cielo de la gente que hiere intencionalmente a otra persona por venganza con el propósito de sentirse mejor consigo mismo o para encubrir un acto negativo.


Por otro lado, cuando se trata de karma positivo, Cristo enseñó lo siguiente: “Pero, cuando des a alguien en necesidad, no dejes que tu mano izquierda sepa lo que está haciendo tu mano derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6: 3-4). Si Cristo estuviera hoy con nosotros, probablemente llamaría al crear un buen karma “ayudar por adelantado” o “devolver el favor”.


Entonces, ¿qué karma positivo recibió mi amiga por aprender su lección de negocios y liberar sus emociones negativas con respecto al dinero robado? Esa misma tarde le ofrecieron dos trabajos grandes que pagaron el doble de lo que había perdido con la Sra. Rata Ladrona. Además, uno de esos trabajos la llevó a una chamba que atrajo la atención regional hacia su trabajo. El Karma no sólo te respalda, sino que te recompensa por las lecciones bien aprendidas.




Las consecuencias de nuestras acciones son instantáneas en las pequeñas cosas y muy sufridas en las cosas grandes. Sin embargo, la ley universal no cambia: para cada acción hay una reacción igual y opuesta. Así que “toma tu medicina” humildemente cuando cometas un error y aprende de él para que no lo repitas. Y devuelve el favor de tus lecciones, siempre haciendo lo correcto.


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