Soluciones simples a problemas complejos
![](https://static.wixstatic.com/media/7f8874_99711e39bd7b44708f71e0055cbde0e4~mv2.jpg/v1/fill/w_750,h_369,al_c,q_80,enc_auto/7f8874_99711e39bd7b44708f71e0055cbde0e4~mv2.jpg)
Hace unos días me di cuenta que había olvidado la fecha en la que se presentaba mi hijita en un concurso de baile en Monterrey y puse en mi agenda una conferencia en otra ciudad. Cuando me percaté de ese error, inmediatamente pasaron por mi mente escenas de lo que ocurriría cuando le dijera que no iba a estar en la ciudad.
Visualizaba su tristeza y el drama: “Papi, ¡no puede ser! ¡Te lo dije hace más de dos meses!” Claro que imaginaba su carita triste con cierto toque de histrionismo (por no decir chantaje a mis emociones), lo cual me iba a entristecer más a mí. Digamos que es lo que usualmente sucede cuando no cumplo con lo pactado con mi adorada hija.
Busqué soluciones complejas, como verificar horario de vuelos para llegar a tiempo o cambiar la fecha de la conferencia; hablé con el director de Recursos Humanos de la empresa que me contrató, posteriormente con el Director General y no fue posible un cambio.
Lo que no hice en primera instancia lo realicé al final: hablar con mi hija. Mi sorpresa fue enorme cuando con mucha tranquilidad me dijo: “Qué bueno que a esa competencia no vas papi, porque voy a bailar sólo una canción y no me gusta. Además la que sí me importa que vayas es a la de diciembre que ya está confirmada en tu agenda”.
¡Y yo buscando soluciones alternas antes de hablar! Cuando le dije a mi esposa lo sucedido, ella con más tranquilidad me dijo: “¿bueno y por qué no me lo comentaste?” “¡Pues porque pensé que iba a hacer un drama!”, le dije. A lo cual ella contestó: “No. Ella me dijo desde hace tiempo que no importaba tanto esa competencia”.
Cuántas veces hacemos un drama al querer solucionar lo simple y nos convertimos en personas complejas. Esto se supone que ya lo había aprendido pero por lo visto lo sigo olvidando. Sigo imaginando y pensando los peores escenarios.
Lo mismo me ocurrió cuando empezaba mi carrera de conferencista y tenía la urgente necesidad de vencer mi temor a hablar en público. “Conforme más te enfrentes a todo tipo de público tendrás más seguridad a hacerlo”. Eso me lo dijo un maestro con años de experiencia.
Se aplica perfectamente la frase de “‘Actúa como si…’. Actúa como si el problema al que te enfrentas tiene solución y sea técnicamente fácil de solucionar”. Ese mensaje llega al subconsciente y ayuda a encontrar soluciones prácticas.
Recordé una historia compartida por Giorgio Nardone, uno de los psicólogos más importantes del momento que promueve la terapia breve estratégica. Él emplea la lógica no ordinaria para resolver todo tipo de problemas psicológicos y actualmente es una de las técnicas más reconocidas. La historia es la siguiente:
En la antigua ciudad de Mileto durante el año 550 a.C. tuvo lugar un fenómeno extraño. Un problema de salud pública sin precedentes. Las mujeres jóvenes de la ciudad se estaban suicidando en cadena como poseídas por una fuerza obscura. Cada semana, una nueva doncella se arrojaba a las aguas bravas del cercano río Meandro o se dejaba caer a media noche desde la azotea del gran templo de Apolo.
Después de cada sepelio, los ciudadanos se reunían en el ágora principal para hablar del asunto.
Uno de ellos, consternado recordó que tenía a sus hijas permanentemente vigiladas por dos esclavos pero no sirvió de nada. La pequeña Helena se cortó las venas con el vestuario de los baños. “No podemos controlarlas. Siempre encuentran la forma de hacerlo y los médicos no encuentran la solución al grave problema”.
Un grupo de madres atribuía el origen de la epidemia de suicidios a las novelas románticas del poeta Codro. Sus historias habían causado furor entre niñas y jóvenes de Mileto y en algunas de sus historias sus hermosas protagonistas se quitaban la vida por asuntos del corazón.
“¡La culpa la tienen los estúpidos cuentos de Codro!” -Gritó una anciana. “¡Especialmente la historia de las Adrianas. Todas quieren emular a Casandra y a Penélope que al no encontrar el amor se tiraron al pozo de su villa de las afueras de Atenas!”
¿Cuál fue la solución compleja que tomaron? Las autoridades de Mileto prohibieron todos los libros románticos, especialmente los de Codro.
¿Qué sucedió? Empezaron a circular copias de contrabando y las niñas se transmitían ahora verbos de memoria. El problema se incrementó, y el número de mujeres había descendido en un 60%.
En ese momento de desesperación llegó a la ciudad Simón Mago, un sabio famoso en toda Asia por sus poderes de sanar los problemas del espíritu. Después de compartirle el grave problema, el sabio contestó:
“Debéis hacer dos cosas: primero, emitid un edicto en el que se diga que de aquí en adelante, el cuerpo de las suicidas será expuesto en la plaza del mercado hasta su putrefacción. Y segundo: que queda revocada la prohibición de los libros de Codro. Volved a permitir su lectura en todas las casas de la ciudad”.
Obviamente hubo mucho recelo en aceptar tan original propuesta, pero al fin de cuentas se realizó. Los suicidios cesaron para siempre.
¿Qué efecto mágico tuvo la estrategia de Simón Mago? ¡Obviamente la vanidad ante todo! Ninguna mujer deseaba visualizar su cuerpo desnudo y putrefacto en la plaza principal. Y segundo, lo prohibido llama más la atención y el día que se quita la prohibición, deja de tener su encanto.
El psicólogo Girogo Nardone llega a la conclusión de que este mismo efecto se aplica con los problemas psicológicos complejos. Buscar alternativas simples para corregir las fobias, miedos u obsesiones.
Imaginar el peor escenario aunque se llore, se sufra un momento, hace que pierda poder. Si tienes la obsesión de lavarte las manos o checar las cosas varias veces antes de dormir, y lo haces una o dos veces, hazlo cinco veces. Hasta que le quites poder. Su técnica se llama: si lo haces una, lo haces cinco.
Espero que en lo complejo de los problemas de la vida, encuentres soluciones simples.
¡Animo!
Hasta la próxima.