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Por el placer de vivir


Por el Placer de Vivir es el título de uno de mis libros y de mi programa de radio. Esta frase la he compartido durante más de 20 años, desde que inicié con esta maravillosa aventura de ser conferencista y compartir mensajes de esperanza y actitud positiva.


Debo reconocer que hay días en los cuales es difícil expresarla y más cuando vemos tantos casos de violencia, injusticia e impunidad. Pero es precisamente cuando debo recordar que nadie dijo que la vida era fácil. Que desde que nacemos, se nos da libre albedrío para tomar decisiones y muchas de estas decisiones pueden ser buenas y otras no tan buenas.


Estoy seguro que la falta de conocimiento es la razón fundamental por la cual hay personas que hacen tanto daño e igualmente es la razón por la cual hay millones de personas que sufren por adelantado con lo que aún no ha ocurrido y probablemente nunca sucederá. Esa misma falta de conocimiento es la que nos impide cerrar ciclos y dar vuelta a la hoja en lo que ya no debe de importarnos más.


Si quienes hacen tanto daño conocieran que existe una ley “causa y efecto” estoy seguro que no cometerían ilícitos y buscarían el bien común. Lo que bien se aprende nunca se olvida y cuando los padres saben transmitir este mensaje a sus hijos, difícilmente cometerán actos aberrantes como los que hemos vivido en nuestro amado México.

“Todo se nos regresa”, -decía constantemente mi madre.


“Tarde o temprano el bien triunfa”, –expresaba mi padre.


“No hagas cosas buenas que parezcan malas”, –decía mi abuelo Luis.

“Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque fuera por puro negocio”, –dijo Facundo Cabral.


Esa falta de conocimiento es la que nos impide disfrutar plenamente la vida, ya que cuando nos enteramos que gran parte de nuestro estado de ánimo depende del subconsciente podemos tomar cartas en el asunto.

Hay días que no sabemos por qué estamos tristes, y si recordamos que el subconsciente es como una esponja que todo absorbe, podríamos encontrar esas razones de nuestra tristeza o negatividad:


¿Qué vi o qué escuché recientemente?

¿Cómo me he expresado últimamente?

¿He hablado en positivo o solamente he expresado y visualizado lo malo de cualquier situación?

¿Hablo lo bueno o sólo lo malo de los demás?

¿Utilizo el agradecimiento como estilo de vida?

¿Sé apreciar lo bueno o solamente engrandecer lo malo?


Responder sinceramente a estos cuestionamientos puede ayudarnos a entender el por qué de nuestra actitud negativa y el por qué vemos tan oscuro el futuro.


Encontrarle placer a lo que hacemos es todo un reto, el cuál muchas personas han decidido tomar y me incluyo.

Ha sido un reto y una decisión hacer ejercicio diariamente y comer saludablemente. Ha sido todo un suceso en mi vida reservarme el derecho de admisión de los pensamientos que libremente llegan a mi mente. ¡Ya basta de darle tiempo y espacio en mi mente a los pensamientos que me hacen sufrir!


He decidido buscar el lado amable a lo que me ocurre y pensar en lo que sí quiero que ocurra, para darle poder a ese pensamiento, aunque tengo que reconocer que no siempre lo he logrado. También he aceptado que la gente es como es y no soy yo el indicado para querer cambiar a cuanto ser se pone frente a mí. Las personas son como son por su historia de vida y a veces la tolerancia y el respeto es lo que nos hace soportarlas.


He aprendido que hay dos acciones que me han cambiado tremendamente la vida: agradecer y apreciar.


De un tiempo acá, inicio mi día agradeciendo por todo lo que he recibido y por lo que no se me dio. Claro que esto último ha sido lo más difícil, pero no imposible. ¿Cuántas veces nos entercamos en creer que determinada persona, trabajo o situación es lo que necesitamos? ¿Cuántas veces hemos sufrido por no haber logrado lo que tanto hemos deseado y nos enojamos con nosotros mismos, con la vida misma o con Dios por no habernos dado lo que por derecho propio merecíamos? Sin embargo, nadie a ciencia cierta puede afirmar que eso era lo mejor para nosotros.

Por eso, ahora agradezco todo lo que logré, lo que se me dio y lo que no se me dio o no se logró, no obstante que puse mi máximo esfuerzo. Por supuesto, que esto no es sinónimo de mediocridad, sino de dejar fluir y aceptar sin caer nunca en el conformismo. Esta simple acción me ha dado enorme tranquilidad. Te pido que lo pongas en práctica.


¡Ánimo!

¡Hasta la próxima!








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