¡Mirad al Rey Bebé!

¿Alguna vez te has preguntado por qué Cristo eligió venir a Su Tierra como un bebé inocente, asumiendo los sufrimientos que son inevitables con el ser humano pese a que tiene la naturaleza de Dios? ¿Por qué Cristo no eligió nacer como Dios completo, en plena estatura y gloria, para salvar a los hijos de Dios del lado oscuro de su naturaleza humana?

La respuesta simple es el hecho de que todo acerca de la vida en la tierra es un proceso. Por ejemplo, con los seres humanos, la vida comienza como una sola célula en el útero que inmediatamente comienza a dividirse y crecer. Aproximadamente nueve semanas más tarde, el desarrollo se mueve desde la etapa embrionaria hasta la etapa fetal donde la forma comienza a parecer más humana con brazos y piernas claras e incluso con lóbulos de las orejas. Después de unos 280 días, nace un bebé humano completamente desarrollado e inmediatamente comienza el viaje de su vida fuera del útero. A medida que el bebé sigue evolucionando y creciendo, aprende a gatear, a caminar y luego a correr. Si el niño lo hace bien, empezará a “volar”. Entonces, ¿cómo evoluciona un espíritu de ser unicelular a volar espiritualmente como nuestro Padre Celestial?

Primero explicaré esto hablando de ángeles. Si usted cree en el concepto de ángeles y que todos tenemos un ángel de la guarda, entonces la pregunta sería de dónde vienen estos ángeles? ¿Otro planeta? ¿Otra dimensión? ¿Directamente del cielo? Por otra parte, ¿cómo adquiere un ángel sus “alas”? ¿No es un aprendizaje la mejor manera de aprender una profesión o un oficio? ¿Qué tal si se trabaja en una residencia o programa de entrenamiento de becas? En otras palabras, ¿no tiene sentido que la mejor manera para que un ángel aprenda cómo ayudar mejor a los humanos es primero ser humano? Entonces, ¿qué mejor entrenamiento hay que vivir realmente hombro con hombro con los humanos, viviendo la experiencia humana con ellos, el sufrimiento junto con la alegría? Es esta experiencia humana la que proporciona a un ángel en entrenamiento exactamente lo que él o ella necesita para crecer, desarrollarse y luego convertirse en un ángel de pleno derecho ... todo con el propósito de poder guiar, proteger e inspirar divinamente, y traer alegría a la humanidad.

Cristo sabía que, como parte de nuestro proceso paso a paso de ascensión hacia el cielo, no necesitábamos un humano que pensara que era Dios. Necesitábamos un Dios que sabía que podía ser humano. Cristo se hizo humano para vivir como nosotros y, de esta manera, mostrarnos cómo amar como Dios.

Por supuesto, los ángeles de Dios sabían la importancia del nacimiento de Cristo como un rey divino pero como bebé humano. “Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche en pleno campo cuidando sus rebaños por turnos. Y he aquí, el ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Entonces sintieron mucho miedo, pero el ángel les dijo: No temáis, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo. Porque hoy ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os será una señal: Encontraréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y de repente se reunieron con el ángel una multitud del ejército celestial alabando a Dios, y diciendo: ‘¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace!’ ” (Lucas 2: 7-14).

Y desde el día de su nacimiento, “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura, y en aprecio ante Dios y ente los hombres". (Lucas 2:52).

¿Cómo se mantuvo Cristo fiel a su naturaleza divina siendo humano? Con esta sencilla manera de vivir: “Bendice. No esperes nada. Libéralo. Recibe todo”. (Madre Búho).

Esta Navidad, ¡mira en tu corazón a Cristo, el Rey Bebé! Todo Dios. Todo humano ¡¡¡Todo amor!!!