Y el ganador es…
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¿Cuántas veces hemos esperado ansiosos la respuesta a esta pregunta, sólo para darnos cuenta que no ganó quien debería o quien nosotros pensamos que debería de haber ganado? Y es que en muchas competencias ya sea escolares o de talento, los ganadores no son siempre los mejores sino los más populares, o quienes más aportan a los intereses de los organizadores.
Lo vemos constantemente, cuando premian a ciertos artistas, locutores, periodistas como los más influyentes, los más guapos, o los de mejor trayectoria. Y más frustrante aún cuando nombran al hombre o a la mujer del año.
¿Quiénes son los jueces? ¿En base a qué determinan que alguien merece más un premio que otro? La verdad es que normalmente quienes los ganan, francamente no se lo merecen. Seguramente que para cada uno de nosotros quien verdaderamente se merece el premio es nuestro hijo, nuestra pareja o nuestra madre.
Pero si no se lo dan otros, ¿por qué no dárselos nosotros mismos? Darle un diploma o un pequeño trofeo a nuestros hijos por su participación en un evento, es de gran valor para ellos, sin importar que “sea hechizo”. El dárselo y explicarle las razones por las que se les da, influye mucho en ellos… “mira, el premio al mejor jugador se lo dieron a él, pero tú corriste más, te esforzaste muchísimo y te superaste a ti mismo, y como yo también puedo ser juez… ¡¡¡toma tu premio!!!”
Igualmente para los adultos. ¿Qué tal si le das a tu esposa el premio por ser la esposa del año? ¿Quién mejor que tú como juez para determinar que cuenta con las cualidades para merecerlo? ¿Qué tal dar el premio a la ‘mejor mamá del mundo’ a la tuya? ¿Y si tu hijo, tu pareja o algún familiar te lo diera a ti? Probablemente le daríamos tanta importancia o más que si alguien ajeno nos lo diera, lo guardaríamos como uno de nuestros mayores tesoros.
No se trata aquí de promover la compra de diplomas y trofeos, sino más bien de reconocer a nuestros seres queridos con algo tangible que puedan guardar para siempre, seguramente que gastamos más tiempo y dinero en cosas que no valen tanto la pena como esto… ¡darle reconocimiento a quien lo merece!